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Mi vida en rojo


Te contaba cuando volvíamos de nuestro Road Trip por la Costa Oeste que esto de los viajes de carretera enganchan. Era la primera vez que realizábamos un viaje por carretera de esas dimensiones: quince días con la casa a cuestas, cambiando de hotel (motel) casi cada día, con imprevistos de carreteras cortadas, de atravesar desierto y parques nacionales en un viaje, además, tan sumamente disperso. De hecho en mi día de ruta favorito pasamos de bordear el Pacífico a una zona completamente árida en el mismísimo lejano oeste, a la frondosidad de bosque absoluto en Yosemite. Si te apetece recordarlo, tienes curiosidad o estás planeando ahora tu viaje por la Costa Oeste, te dejo el link aquí (y si eres más de vídeo aquí  te dejo el nuestro)

Después de este gran road trip hicimos otro algo más "modosito" por Irlanda e Irlanda del Norte. Un viaje que puedes encontrar también en la sección viajes de este blog, y después del cual volví a reiterarme en que mientras tengamos tiempo y ganas tenemos que hacer todos los viajes de carretera que podamos. ¡Porque son una verdadera gozada, porque descubres el país de una forma realmente auténtica y porque muchas veces en lo que no tienes controlado, en la sorpresa de la aventura se encuentra lo mejor! 


Así que después de estas experiencias previas y con la vista en el próximo posible destino para nuestro siguiente road trip, quiero compartir contigo algunos tips y me encantaría que me dejases los tuyos. 

Un destino que nos mueve (sobre todo a mi), en el cuál todo el mundo coincide en su belleza y que está cerca de casa es recorrer en coche La Costa Azul. Respecto a ella encontré esta ruta "básica" de Traveler (aquí) y  esta ruta de 10 días que es mi favorita.
Niza, Saint Tropez, Ramatuelle, Saint Paul de Vence, ¿cuántas veces habrás soñado como yo en recorrer la costa en un descapotable con tu pañuelo al viento y parando a dormir en una casa entre viñedos mientras te pones tibia (o tibio) a queso y vinito? 


Pues ahí va mi primera recomendación: ¡alquila el coche que te apetezca! Nosotros todavía nos estamos arrepintiendo de no haber alquilado una ranchera en EE.UU. Probablemente sea un viaje que hagas una vez en la vida, ¡ya escatimarás en otras cosas!

No cierres todos los alojamientos antes del viaje. Está bien que te hagas una ruta, pero un viaje por carretera tiene muchos imprevistos. Igual descubres un pueblo que no tenías en lista, te gusta tanto que decides quedarte una noche en él. (He encontrado esta otra ruta de 11 pueblos con la que probablemente llegues a darme la razón). Decides cambiar tu ruta sobre la marcha, tienes un pinchazo o una carretera cortada, te retrasas y lo mejor es cambiar de planes,...

Llena siempre el coche de agua y snacks saludables antes de cada salida. Improvisar un picnic en algún parque o lugar inimaginado es un verdadero planazo. Pero sí, yo soy la loca de los picnics. ¿Sabes qué en nuestro viaje californiano hicimos uno hasta en la sede de Google? Quizás olvidemos el nombre de algún restaurante, pero ese momento lo recordaremos toda la vida.

Aprende a defenderte algo en el idioma nativo del país. Aunque el inglés sea el idioma (casi) universal es un gesto de educación y consideración con los habitantes que te acogerán en tu viaje. En este caso yo de francés voy un poco mal ya que únicamente hice francés en la universidad y fue un francés bastante técnico. Una opción es hacer conversación y aprender esas nociones básicas para desenvolverte durante el viaje. En definitiva, como yo esta vez tengo unas nociones previas me decantaría en su día por mejorar la pronunciación en francés, siguiendo los consejos de la plataforma Babbel, ya que me gustaría de verdad hablar como una nativa. 


No te hagas expectativas por las recomendaciones y diseña tu propia ruta. Yo es algo de lo que ya he aprendido con los años respecto a todos los viajes. Cada uno tiene unas inquietudes, cada uno visita un lugar en unas circunstancias (tanto externas como vitales) y un lugar que para mi puede ser imprescindible para ti puede ser completamente prescindible. Infórmate pero déjate llevar, sigue tu instinto ¡y planifica tu propia ruta! 
Volviendo a mi experiencia de la Costa Oeste yo quería visitar Sölvang, un pueblo danés en el estado de California, mi persona favorita no podía entender por qué teníamos que desplazarnos kilómetros hacia el interior para visitar un pueblo danés en EE.UU. Sólo me preguntaba: ¿dónde habrás leído esto? Y sí, fue una parada realmente auténtica y maravillosa. Volvería a repetirla una y mil veces más si volviese a hacer este viaje. 

Empápate de las costumbres y la gastronomía de la zona. Vive como un nativo más, prueba lo más típico, piérdete, así es como de verdad se descubre un país. 


Y ahora, después de estas generalidades, ¿has hecho un road trip por la Costa Azul? ¿Estás también pensando en ello? 



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Y aquí llegaba el cambio de planes y ¡se ponía interesante la aventura de nuestro road trip californiano! Llegábamos a Yosemite desde San Francisco, Sausalito y Mariposa (jornada que puedes recordar aquí). Reservamos una habitación en el maravilloso (y muy recomendable) Cedar Lodge, a las puertas del parque nacional de Yosemite, en plena naturaleza, sin wifi ni cobertura pero con pequeños lujos como jacuzzi en la habitación, y piscinas exterior e interior. Te dejo, por cierto, 15€ de descuento para tu próximo alojamiento.

Poco lo íbamos a poder aprovechar, por eso, porque nuestra ruta consistía en pasar esa noche allí, el día siguiente visitar Yosemite y atravesarlo a través del Tioga para llegar hasta el extremo Este de Death Valley, donde teníamos reserva en Beaty y desde donde seguiríamos nuestra ruta hacía Las Vegas. Pero, cuando llegamos a Yosemite llegó la noticia: ¡Hay muchísima nieve todavía, han empezado a abrir zonas pero el Tioga sigue cerrado! Nanonainonanana empezó a sonar en mi cabeza. 

Tuvimos suerte de que la señora que nos atendió era una experta en Yosemite, y además tremendamente amable. Nos imprimió un mapa, nos planteó opciones y nos animó a que nos fuésemos a Mariposa a debatirlas mientras cenábamos algo decentemente en un bar de lo que era para nosotros el Lejano Oeste. Y así fue, volvimos a coger el coche, volvimos a la conexión y a la cobertura y reorganizamos nuestra ruta. 

Con ese imprevisto (el Tioga está abierto de mayo a septiembre, ambos meses incluidos, pero como ves es lo que tiene un viaje de carretera, ¡qué los imprevistos siempre pueden suceder!) nos era imposible poder visitar las dos cosas: o Yosemite o Death Valley. Teníamos 2 alojamientos ya pagados no reembolsables; pero ahora 1000km nos separaban de nuestra próxima parada. La decisión era sencilla: o dormíamos en Yosemite y madrugábamos (sin verlo) al día siguiente para visitar el Valle de la Muerte (algo que no tenía sentido porque era subir para luego bajar) o eliminábamos El Valle de la Muerte de nuestra ruta y al día siguiente visitábamos Yosemite y después seguíamos en ruta, pero esta vez "por abajo". ¡La decisión ya la teníamos tomada! Y podríamos quizás ese día haber adelantado camino, haber hecho una parada más entre Yosemite y Las Vegas, pero Cedar Lodge nos gustó tanto, tantísimo ,que como tenían habitaciones disponibles, decidimos quedarnos allí una noche más. 






¡Y qué lujo, qué maravilla! 

Mi abuela siempre me decía que no hay mal que por bien no venga y lo cierto es que dedicamos 6horas largas a disfrutar de Yosemite. Subimos hasta el Glaciar Point, me enamoré de sus cascadas, hicimos un picnic en su valle entre ardillas, disfrutamos de sus lagos e incluso antes de abandonarlo nos dirigimos a Tuolumne Meadows a alucinar con los bosques de Secuoyas.

Esa tarde te la puedes imaginar, entre piscina exterior, piscina interior, sesión de peli y jacuzzi. Creo que necesitábamos, de verdad, un día así y puede que sea lo más parecido a lo que entendemos por "luna de miel" que tuvimos, jajajaja. 








Así que la siguiente mañana no madrugamos en exceso y pasadas las nueve poníamos rumbo a Las Vegas. Abandonábamos California para descubrir el lugar dónde todo está permitido. 

Fue quizás la carretera más "fea" de todas las de la ruta pero tuvo algo bueno, ¡El Desierto de Mojave! Es impresionante como sólo en unos kilómetros puedes vivir semejantes contrastes. Y así llegamos al estado de Nevada; con un calor que abrasaba y muchísimo aire. Desierto, y más desierto. Tierra árida y seca con puntuales árboles de Josué que a mi me dejaban maravillada. Kilómetros de carreteras interminables, música a todo volumen. Parada para contemplar la inmensidad y comer un sándwich. Empezar a ver complejos de montañas rusas, casinos... ¡Ya empieza la locura, estamos llegando a Las Vegas! Pero eso te lo contaré otro día en el siguiente post de esta ruta por la Costa Oeste. 






Como siempre, ¡no te pierdas el vídeo de esta experiencia! Creo que te va a gustar, es uno de mis favoritos de todos los que he publicado del viaje



Y también te dejo: 

**Costa Oeste, especial California, en 13 días (la guía definitiva)**
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Amanecimos tarde en nuestra primera mañana en San Francisco. Necesitábamos dormir, descansar, dedicarnos tiempo para nosotros, era algo que teníamos claro no, ¡clarísimo! cuando organizamos el viaje. Disfrutarlo al máximo pero sin morir en el intento. 

Así que después de la primera toma de contacto (que nos cundió muchísimo) con San Francisco de la tarde anterior, que puedes recordar aquí en el post del día 5 de nuestra Ruta por la Costa Oeste; empezamos el día desayunando en la cafetería Illy, muy cerca de nuestro hotel y de Union Square. 

Con las pilas ya cargadas, hoy tocaba, por supuesto, visitar de cerca el Golden Gate. Decidimos hacerlo andando, ya sabes si eres lector habitual que, nos encanta patear, y con los excesos americanos, ¡nos motivaba todavía más!






Un ratito largo que también puedes hacer en bicicleta. 
Volvimos a pasar por el Pier 39, paramos de nuevo a visitar a los encantadores lobos marinos y esta vez sí, llegamos hasta el Fisherman's Wharf. 

El camino hasta el puente fue precioso, con sus subidas y sus bajadas, disfrutando del inmenso parque que le rodea y disfrutando del Pacífico, que a mi no dejaba de alucinarme cada vez más.

Al llegar allí compramos un tentempié en la tienda/cafetería (vas a quererlo todo, es la tienda con souvenirs más bonita que he visto en mi vida, jajaja) y después de las fotografías de rigor, cogimos un trolebús, es decir, un autobús eléctrico que nos llevaría hasta Alamo Square. Probablemente sea la plaza con las vistas más bonitas de toda la ciudad, lugar en el que disfrutar de las Painted Ladies, las famosas casitas victorianas de colores que son unas auténticas señoras. 

En realidad, toda la arquitectura y casas de San Francisco me parecieron impresionantes, el plan de la tarde fue perdernos y volver caminando hasta el hotel descubriendo la ciudad sin un plan cerrado, ¡y fue un gran planazo! 

Ese día probamos la archiconocida cadena asiática Panda Express, que a mi, personalmente, ¡no me gustó nada! ¿La conoces? ¿Qué te parece a ti?






La siguiente mañana, nuestro séptimo día de ruta por la Costa Oeste madrugamos más. Nos faltaba por visitar la famosa Lombard Street, la calle más sinuosa de Estados Unidos, queríamos visitar Sausalito y debíamos seguir la ruta hacía Yosemite.

Empezamos el día desayunando por todo lo alto (calóricamente hablando) en Mel's Drive In, una cadena americana de esas que , ¡me encantan! Entre batidos y tostadas de aguacate, asientos de cadillacs y radios retro en las que escoger la canción con un dólar. 

A continuación, recogimos a nuestro gran aliado: ¡el coche! Dos días sin él y ya le estábamos echando de menos. Con él nos dirigimos a descender la calle más sinuosa (y una de las más famosas) de los EE.UU. La bajamos en coche y andando; y pusimos rumbo a Sausalito. 

Cruzar el Golden Gate en un día de niebla total, como habíamos amanecido, fue una verdadera experiencia. Preciosa, de esas que no creo que olvidemos en la vida. Paramos al otro extremo del mismo para disfrutar de un puente prácticamente invisible por la niebla y de un Pacífico que enfurecido enamoraba todavía más. 

Y así llegamos a Sausalito, un pueblo pesquero en el que soñar con tener una casa encima del mar,algún día. Lleno de bares y tiendas, entre montaña y mar, ¡si viajas a San Francisco merece la pena que cruces el puente y disfrutes de él unas horas!








Y lo que yo no sabía es que lo mejor, uno de mis momentos favoritos del viaje estaba a punto de suceder. Cuando ahora me preguntan: qué fue lo mejor, lo que más te gustó; la respuesta la tengo clara: El viaje desde Sausalito a Yosemite. 

Lo improvisamos y fue impresionante. Pasamos de bordear el Pacífico a pasar a un paisaje bastante más árido (que no seco), de largas carreteras, buzones a pie de carretera y ranchos de película. Estábamos en el lejano Oeste y así nos lo hizo saber Mariposa.

Mariposa es una parada obligada antes de Yosemite. Es el último pueblo de la zona con cobertura, con gasolinera dónde no dejarte un riñón, con comercios, restaurantes, una zona al lado del río con un emotivo homenaje a las víctimas del 11S, y en definitiva, uno de mis pueblos favoritos junto con Sausalito. 








Esto estaba siendo un verdadero sueño americano y para hacerlo más auténtico esa noche dormíamos en Yosemite, sin cobertura, a los pies de las montañas. 

¡Pero ya es suficiente por hoy! Eso te lo contaré en el siguiente post de la Costa Oeste. Por cierto, ¡no te pierdas el vídeo de esta semana en el canal! San Francisco en 2 días:



Espero que te guste, ¡no olvides suscribirte!


Y no te pierdas: 

**Costa Oeste, especial California, en 13 días (la guía definitiva)**


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