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Red is a lifestyle! Welcome to my world

Mi vida en rojo


¡Ãšltimo invitados a la mesa del verano!Se acabaron los desayunos en terraza, pero llegan ¡a la vera del hogar!  Y vengo con una reflexión que seguro la habréis tenido infinitas veces con vuestras amigas, familia, incluso con vosotros mismos.

Que las redes sociales (el mundo online en general) han cambiado la comunicación es algo que está ya claro, clarísimo; que quizás no nos imaginásemos que tuviesen tanto impacto también, que nos exponemos demasiado, que casi no guardamos privacidad... Y mientras todo esto es una realidad también lo es que aumentan considerablemente las faltas de respeto, los comentarios hirientes, el juzgar gratuitamente a los demás y una envidia muy clara que saca lo peor de nosotros mismos y deja entrever que nos falta mucha mucha educación.

Dicen que las redes sociales son el nuevo patio de vecinos donde cotillear, fisgonear, aparentar; y sobre todo demostrar lo amargada que mucha gente está en su día a día. Porque para mi es el lugar perfecto para COMPARTIR.

A mi mis padres desde bien pequeña me han enseñado que siempre puedo dar mi opinión; siempre y cuando por supuesto sea TOLERANTE, no falte al RESPETO y lo haga con EDUCACIÓN. Por supuesto, en más de una ocasión me han repetido: NO JUZGUES (así en imperativo, sin más, sin admitir discusión); y eso que conmigo han tenido un trabajo difícil porque siempre he sido una gran defensora de las causas perdidas, tengo genio y soy un polvorín. 

También es verdad que con el tiempo, la madurez imagino, he aprendido a no entrar en conflictos que no me interesan, he aprendido que si quieres cambiar algo hay que empezar en tu pequeño entorno y con el ejemplo; a alejar a todas esas personas y tóxicas de mi entorno y a hacer oídos sordos a todos comentarios hirientes que están hechos con mala intención. Porque cierto es que no me extraña lo más mínimo cómo está el mundo, tenemos ni más ni menos el mundo que nos merecemos.

Me pregunto que por qué no invertir el tiempo libre que tenemos en intentar hacer un mundo mejor que se base en hechos, y no en críticas ajenas. Invertir el tiempo en eso que te hace feliz, para intentar ser menos amargados, menos tóxicos,  poder alegrarnos de la felicidad ajena, felicitar al que consigue algo a tu lado, decirle a alguien que está guapísima en una foto (y no sólo escribir para decirle que parece que va disfrazada), darle like sin que te corroa la envidia, en definitiva: ¡¡vivir y dejar vivir!!


¿Qué pensáis vosotros de todo esto?
¿De verdad es cierta la frase "es a lo que es expone"? ¿Qué alguien se exponga públicamente nos da derecho para ataques gratuitos?
¿Sería más aburrida la vida sin haters? jajajaja


¡¡¡Espero vuestras respuestas!!!
Gracias por todos vuestros comentarios y visitas, nos vemos como siempre, con mucho más, en las redes sociales,

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Be happy (and fashion) my friend.

La recién inaugurada sección invitados a la mesa ya cuenta con dos entradas que son de lo más leído de este verano; podéis descubrir de qué va en mi primer post, aquí y leer el primer post de nuestro autor invitado aquí. 
La tercera entrega de este invitados a la mesa llega desde Lima, Perú y la reflexiona mi hermana como continuación de su diario fotográfico (el cuál podéis recordar si queréis aquí, y que tuvo muchísimo éxito). 
A mi me ha encantado y me he quedado reflexionando sobre la pregunta ¿Alguna vez habéis sentido qué una vida no es suficiente?






Ya llevo algo más de dos semanas aquí y todavía no me lo creo. Las páginas del bonito diario que me traje gracias a mis amigas se van llenando de nuevas sensaciones y experiencias que escribo con esmero hasta el punto que a veces, la hojita se me queda pequeña. ¡Qué suerte la mía! Porque como ellas bien dicen: hay tres cosas en la vida que se van y no regresan jamás: las palabras, el tiempo y las oportunidades.
Hoy me apetece escribir sobre una obra que fui a ver el viernes 21 de agosto, ¨Cruzar las calles¨ de Daniel Amaru Silva, ganadora del Concurso Nacional de Nueva Dramaturgia  Peruana 2014, en el teatro Mario Vargas Llosa en la Biblioteca Nacional de Perú.

La obra me acercó un poquito más a la realidad. Me permitió adentrarme en vidas que lejos de ser ¨perfectas¨, nunca he sabido muy bien en qué basarme para encontrar algo que se asemeje en esta vida a dicho adjetivo, merece la pena vivirlas. Una vez leí algo así como que el hombre lee para vivir otras vidas ya que solo una no le basta, quizás con el teatro pasa lo mismo, y con esta obra en especial, más.
Me gustó conocer biografías anónimas, muchas de ellas tan reales que me las puedo estar encontrando cada día al coger el ómnibus. Vidas entrelazadas por un episodio fortuito, el mismo que seguramente ha hecho que yo esté aquí a día de hoy. Me quedo con esa idea, hasta cuando parece que ya no hay luz al final del túnel, que no hay salida, si caminas un poquito más  puedes dar con ella, siempre, hacer que esa balanza de sonrisas y lágrimas se incline a tu favor, que algo que ya no esperas, de repente, se haga posible. Que nunca olvidemos que después de un paso, lo siguiente es otro paso. Sin duda, una obra que recomendaría a todo el que pueda verla que lo haga.



¡¡¡Espero qué os haya gustado!!! ¿Quieres ser el próximo autor? Sólo tienes que escribirme a inma@mividaenrojo.com

Que nunca olvidemos que después de un paso, lo siguiente es otro paso.

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Desde hace unas semanas, me planteaba escribir un post como éste, así que cuando descubrí esta nueva sección de “Invitados a la mesa” en el blog de Inma, le escribí en poco rato contándole que yo quería ser una “invitada”, porque me apetece mucho compartir esta reflexión que he tenido en estas últimas semanas (tranquilos, que no es muy profunda).
Hace mes y medio aproximadamente me mudé. Este acto tan cotidiano, para mí ha sido una hecatombe, porque yo llevo los cambios mal, muy mal. Pero como siempre hay que sacar algo positivo, me quedo con la nueva filosofía de vida que he generado a partir de ello.

Con tanta caja, tanto movimiento, y aplicando el método del famoso libro de  Maire Kondo, sobre el orden y cómo deshacerse de cosas, me di cuenta que tenía muchísimas cosas, objetos innecesarios, hasta repetidos, y es que además yo siempre he sido una pequeña Diógenes, así que os podéis imaginar: entradas de teatro, de cine, etiquetas de ropa, servilletas…además de todo lo que se supone que tiene una persona normal hoy en día; mi pequeño caos, mis pequeños fetiches, pero que al fin y al cabo no me servían de nada.

Así que una mañana, me levanté con el firme propósito de simplificar, seguir tirando cosas, reciclando, colocando, etc, pero me sentía francamente mal, porque sentía como que esa, no era yo. Yo necesito mis “tesoritos” personales.
Pasé unos días mal, muy mal, hasta que en un rato de esos de aburrimiento en el transporte público descubrí un cartelito monísimo en Pinterest, que se vendía en Etsy y que decía “Colecciona momentos, no cosas”, y en ese momento, algo en mi cabeza hizo click. Me dí cuenta, de mi problema, lo que yo coleccionaba y guardaba realmente, no eran esas etiquetas, entradas, o lo que fuese, sino los recuerdos, las experiencias y momentos que me habían acompañado gracias a ellas.
Y es que si lo pensáis bien, es una verdad como un templo. En la vida de hoy, nos angustiamos muchas veces, por tener esto o aquello, por ir y venir, cuando lo realmente importante, son las pequeñas cosas, y las personas. Lo realmente importante son los momentos que vivimos y que podemos atesorar muy dentro, porque nadie nos los puede quitar.

Así que he decidido vivir mi verano –y el resto de la vida-, atesorando momentos, ésos que me retrotraen a mi infancia: largas sobremesas, siestas, helados por la noche, baños de piscina, muchos besos y abrazos, contacto de la piel de mi gente querida, calor, ventiladores y brisas que despeinan, bailar y gritar en un concierto, pasarme días en bikini y chanclas… y todo eso, no cabe en un cajón, no cabe, porque es un tesoro mucho más valioso que todo lo que se pueda guardar en una caja.
Tanto, que uno de estos días pasados, lloré, de felicidad, porque la felicidad no cabe en un cajón, ni en una caja, porque cuando llega, casi ni te cabe en el pecho, y eso, es lo mejor de coleccionar momentos, eso es como que te toque el premio gordo, sin haber jugado.

¿Y vosotros?, ¿os apuntáis a coleccionar momentos?, espero que sí, porque sale barato y los efectos beneficiosos son inmediatos ;)

Mil besos
Mónica t.




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¡Gracias Mónica, autora de Agosto 31 y una buena amiga, por este magnífico Invitados a la mesa! ¿Y tú? ¿Quieres ser el siguiente autor? Escríbeme a inma@mividaenrojo.com

¡¡A los demás!! Feliz fin de semana, nos vemos como siempre, con mucho más  en las redes sociales,

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